
Per Abbat; posible autor
Per Abbat, burgalés de Gumiel de Izán y canónigo de Osma, es el único autor o recoplicador del 'Cantar de Mio Cid', texto que redactó en 1207.
Se cree que el Cantar tuvo que ser elaborado con posterioridad a 1140, «porque admite el estilo y el relato novelesco propios de la segunda mitad del siglo XII y comienzos del siglo XIII».
Finalmente, si reparamos en que solo con posterioridad a 1201 se cumple la afirmación del Cantar de que todos los reyes de España son parientes del Cid, la conclusión es que: «El Cantar de Mio Cid se escribió en 1207, porque esa es la fecha indicada en el 'éxplicit' del Cantar y esa es la correcta interpretación paleográfica y lingüística».
El poema del Mío Cid
El Cantar de mio Cid es un cantar de gesta anónimo que relata hazañas heroicas inspiradas libremente en los últimos años de la vida del caballero castellano Rodrigo Ruy Díaz de Vivar (el Cid Campeador). Se trata de la primera obra narrativaextensa de la literatura española en una lengua romance, y destaca por el alto valor literario de su estilo.
El poema consta de 3730 versos de extensión variable (anisosilábicos), aunque dominan versos de 14 a 16 sílabas. Los versos del Cantar de mio Cid están divididos en dos hemistiquios separados por cesura. No hay división en estrofas, y los versos se agrupan en tiradas, es decir, series de versos con una misma rima asonante.
El poema se inicia con el destierro del Cid, primer motivo de deshonra, tras haber sido acusado de robo. Este deshonor supone también el ser desposeído de sus heredades o posesiones en Vivar y privado de la patria de su familia.
Tras la conquista de Valencia, gracias al solo valor de su brazo, su astucia y prudencia, consigue el perdón real y con ello el Señorío de Valencia, que se une a su antiguo solar ya restituido. Para ratificar su nuevo estatus de señor de vasallos, se conciertan bodas de sus hijas con hombres de mayor prestigio: los infantes de Carrión.
Pero paradójicamente, con ello se produce la nueva caída de la honra del Cid, debido al ultraje de los infantes a las hijas del Cid, que son malheridas y abandonadas en el robledal de Corpes.
Este hecho supone, según el derecho medieval, el repudio de los maridos de Carrión. Por ello el Cid decide alegar la nulidad de estos matrimonios en un juicio presidido por el rey, donde además los infantes de Carrión queden infamados públicamente y apartados de los privilegios que antes ostentaban como miembros del séquito real. Por el contrario, las hijas del Cid conciertan matrimonios con reyes de España, llegando al máximo ascenso social posible.
Estructura externa
Los editores del texto, desde la edición de Menéndez Pidal de 1913, lo han dividido en tres cantares.
Primer cantar. Cantar del destierro (versos 1–1084)
El Cid ha sido desterrado de Castilla por el rey Alfonso Vl. Debe abandonar a su esposa e hijas, a quienes deja a la protección del abad del monasterio de San Pedro de Cardeña, e inicia una campaña militar acompañado de sus fieles en tierras no cristianas, enviando un presente al rey tras cada victoria para conseguir el favor real.
Segundo cantar. Cantar de las bodas (versos 1085–2277)
El Cid se dirige a Valencia, en poder de los moros, y logra conquistar la ciudad. Envía a su amigo y mano derecha Álvar Fáñez a la corte de Castilla con nuevos regalos para el rey, pidiéndole que se le permita reunirse con su familia en Valencia. El rey accede a esta petición, e incluso le perdona y levanta el castigo que pesaba sobre el Campeador y sus hombres. La fortuna del Cid hace que los infantes de Carrión pidan en matrimonio a doña Elvira y doña Sol. El rey pide al Campeador que acceda al matrimonio y él lo hace aunque no confía en ellos. Las bodas se celebran solemnemente.
Tercer cantar. Cantar de la afrenta de Corpes (versos 2278–3730)
Los infantes de Carrión muestran pronto su cobardía, primero ante un león que se escapa y del que huyen despavoridos, después en la lucha contra los árabes. Sintiéndose humillados, los infantes deciden vengarse. Para ello emprenden un viaje hacia Carrión con sus esposas y, al llegar al robledo de Corpes, las azotan y las abandonan dejándolas desfallecidas. El Cid ha sido deshonrado y pide justicia al rey. El juicio culmina con el «riepto» o duelo en el que los representantes de la causa del Cid vencen a los infantes. Estos quedan deshonrados y se anulan sus bodas. El poema termina con el proyecto de boda entre las hijas del Cid y los infantes de Navarra y Aragón.
